miércoles, 13 de enero de 2010

El libro de las mutaciones.

Hoy. Águila rítmica, onda encantada del perro, luna resonante, año semilla autoexistente.
Organizamos la visión.
Amemos en el momento resonante del año en que florecen los rezos de los abuelos y abuelas sabios y sabias de todos los tiempos.

Hoy nos reunimos a estudiar el I Ching, el libro de las mutaciones en Santiago. Antes de partir leo:

"Para superar el egoísmo separador de los hombres es necesario recurrir a las fuerzas espirituales. La celebración comunitaria de las grandes fiestas sacrificiales y de los grandes servicios espirituales, que al mismo tiempo fueron expresión del nexo y de la estructuración social entre Familia y Estado, era el medio que aplicaban los grandes soberanos para suscitar en los corazones una emoción mancomunada gracias a la música sacra y la magnificencia de las ceremonias, y hacer que ésta despertara a la conciencia del origen común de todos los seres."

Hoy también nos reunimos para definir la intención de articulación para el aniversario del Pacto Roerich. La estrategia parece clara: Levantar las banderas de la Paz y con ellas, la actitud coherente.


Allá, acá, es lo mismo. Intentamos la belleza y la alcanzamos.

En el pueblo aymara se habla del Pachacutik:

PACHACÚTEC
… nombró el silencio …
El que cambia el rumbo de la tierra

Cuentan las crónicas que el Inca Pachacutec era un rey sabio, que gobernaba a su pueblo con justicia, era un hombre que sabía además extraer lecciones de la vida y de las experiencias.

En cierta ocasión en que visitaba una ciudad de su vasto territorio, se tropezó con una escena que le sobrecogió vivamente: un animal de los que abundan en aquellas regiones andinas, especie de zorro con algo de perro-lobo, había caído en una ciénaga, de la que con denodados esfuerzos intentaba salir. El inca, que era un hombre piadoso para con el sufrimiento ajeno, detuvo su comitiva, se inclinó ante el cánido en apuros y le ofreció su brazo para que pudiera agarrarse, pero en lugar de hacerlo, tras mostrar sus afilados dientes, mordió ferozmente el brazo del inca, que intentaba salvarle. La reacción del animal indignó a los cortesanos, siempre tan obsecuentes con quien tiene el mando y rápidamente, se aprestaron a matarlo allí mismo. Pero una vez más, la sabiduría de Pachacutec, de la que tantos ejemplos quedaron reseñados, supo ver más allá de las apariencias y detuvo aquellas manos vengadoras de sus súbditos.

“No lo hagáis - dijo mientras alguien curaba sus heridas -, pues ha reaccionado igual que los pueblos que están sometidos a la tiranía y la explotación, acostumbrados a recibir nada más que injusticias y castigos de quienes los gobiernan, no saben reconocer al principio el trato justo que aliviará sus males. Pero con un poco de paciencia y perseverancia hay que mostrarles que les ha llegado la hora de la liberación”.

Vamos juntos.
Ahora
Eternamente
Felizmente
Con el corazón
Coraje
Gratitud
y con gracia.

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